Nuestros hijos e hijas pueden traer un futuro mucho más honesto, real y brillante al mundo.

La educación consciente y el vínculo son clave para promover ese cambio.

Mi lista

Mi conocimiento, mi maternidad, mi intimidad, mis ideas, mis reflexiones, mi trabajo… Todo te lo cuento aquí, regularmente, en estos emails.

En ellos comparto lo que no comparto en ningún otro sitio.

Son para muchas madres que ya los reciben gratis…

Y pueden ser para ti, si tú quieres.

En cada madre siempre hay dos versiones

Y no se llevan bien.

Es la razón por la que muchas madres se preguntan:

 “¿Por qué, si yo conozco las técnicas adecuadas, la crianza sigue haciéndose cuesta arriba?«

«¿Por qué, si yo quiero criar de forma positiva y con respeto, acabo reaccionando de forma dañina?

En el momento clave, todo lo que muchas madres han aprendido sobre cómo ser una mamá perfecta se va a la mierda.

Se asfixian… se ahogan. 

Se saturan.

Y petan.

Todas esas técnicas bonitas bajo el arcoíris se deshinchan como un globo.

Gritos, amenazas, castigos, premios…

Lo que sea.

Vuelven a todo eso que no querían ser. 

A aquello que sabían que era dañino. 

A aquello que vivieron en su infancia, y que juraron no perpetuar.

Después viene la culpabilidad, algo común en la especie humana tipo madre.

El horror de pensar que han generado dolor a sus hijos para el presente, y puede que para el futuro.

 

Ahí está el conflicto entre las dos versiones.

La madre que una quiere ser… y la que es realmente con sus hijos.

 

¿Por qué, si una sabe qué hacer… hace otra cosa?

Bueno…

Yo no soy una madre perfecta. Empecemos por ahí.

Las mamás perfectas no existen.

Si conoces alguna, que sepas que te miente.

 

Pero escribo emails para responder a todo esto.

Hablo de todo lo que haga falta para ayudar a que tus hijos y los míos no tengan que estar preguntándose lo mismo en 15 o 20 años…

Y para que puedan traer un futuro más brillante, más honesto, y más real al mundo.

Soy una madre humana

Con un hijo humano (ese que está aún escondido en mi barriga en esta foto, es mi hijo Leo)

Yo no creo en técnicas y trucos.

Creo en un proceso de crianza con consciencia, vínculo y respeto, que ayude a nuestros hijos a convertirse en adultos seguros, responsables, sanos, felices y con plena capacidad para llevar a cabo su propio cambio. 

Con toda su fuerza y satisfacción.

Creo sinceramente que la clave para impulsar la mejora en el mundo está en ellos, en nuestros hijos. 

Y por supuesto, creo que, como madres, podemos ayudarles sin perder el alma ni la energía por el camino.

Porque el caso es que pensamos que para darles todo esto tenemos que convertirnos en una madre perfecta..

 

La que queremos ser. Ese ideal precioso sacado de redes sociales.

Yo también tengo a una mamá perfecta metida dentro. 

No existe, pero está ahí. Tú me entiendes, ¿a que sí?

La tengo sentadita al lado, y sabe que tiene que pedir permiso para hablar. Demasiado exigente.

Yo tiro con la madre humana. Pero no lleva libro de instrucciones y necesita actualizaciones.

De pensar, de reflexionar, de averiguar, de mirar, de estar…

Mucho curro.

 

Pero es real, y está viva.

El caso.

 

Por si te ayuda…

Te lo cuento TODO.

Todo lo mío.

Todas las reflexiones que me ayudan a ser la madre humana que mi hijo necesita que sea, cada día, las comparto aquí.

En mi lista.

 

Las que me ayudan a tener un marco de referencia claro y simple para tomar las decisiones con confianza.

Las que me devuelven mi seguridad delante de la mirada de mi suegra, o de otras madres.

Las que me permitan, algún día, mirar a los ojos a mis hijos y ser consciente de que cuentan conmigo, tengan la edad que tengan.

De que saben quién son, lo que necesitan y lo que es importante para ellos.

Mi conocimiento, mi maternidad, mi intimidad, mis ideas, mi trabajo… Todo te lo cuento aquí, regularmente, en estos emails.

Todo lo que no comparto en ningún otro sitio (no me busques en redes, no vale la pena). 

Todos mis servicios y cursos, también.

 

Para muchas madres que ya los reciben gratis…

Y para ti, si tú quieres.

Se busca madre horrible

Nadie quiere ser una madre horrible. Yo tampoco. Así que es difícil encontrarla porque la mayoría estamos ocupadas dando brillo a esa versión perfecta tipo estándar gama 10.

Para lidiar con ambas versiones, yo escribo mi honestidad y realidad.

Aquí tienes unos ejemplos que te llegarán a tu email:

Y más cosas sobre crianza, sobre la vida y sobre caminar con nuestros hijos con responsabilidad y sin nubes de algodón.

Deja tu email y te lo mando todo.

Te cuento La Mierda

Algo empezó a pudrirse dentro de mí cuando terminé la universidad. 

Hasta entonces, yo había sido una niña buena, estudiosa, buenas notas, por favor y gracias.

Todo iba bien…

Pero no.

 

Algo dolía, funcionaba mal, desencajado y sin energía.

Recuerdo, años antes, que a veces mi mente me gritaba con pensamientos completamente banales en momentos de calma. 

Mientras hacía un puzle, por ejemplo:

«¡¡ESA PIEZA. A VER SI ENCAJA!!«

«¡¡NO!! ¡¡A VER LA OTRA!!«

Muy raro.

Ahora lo relaciono con la tensión que había aprendido a acumular… y a no sentir.

Porque no sentía.

Yo pensaba que sí, pero no. Lo bloqueaba todo.

Todo.

Precisamente para que todo fuera bien.

 

Hasta que algo empezó a brotar, y resquebrajó la tapa de todo lo que se pudría ahí encerrado.

Empezó a oler.

Y hubo que empezar a limpiarlo.

Costó. Aún cuesta.

Una depresión no es algo que sane en una semana. Requiere tiempo, atención y conocimiento.

Pero lo más interesante de esto es lo que hizo que toda la mierda saliera.

Eso que empezaba a brotar.

Ser suficiente para mis hijos

Estudiar y conocer las necesidades reales de la infancia me hizo darme cuenta de que mi desarrollo como niña no había sido el que yo necesitaba.

Que algo se había quedado por el camino en mi infancia, que ahora dolía. 

Que en realidad siempre había dolido.

Y que ese algo también le pasaba a muchísimos otros niños. Miles, millones. Pasados y presentes.

Decidí que no quería perpetuar esa mierda.

Ni en mis alumnos, ni en mis hijos.

Y mandé la oposición a tomar viento.

Después de eso, han pasado más de 15 años de formación, experiencia a pie de fango y conocimiento.

Sobre educación, sobre terapia, sobre infancia, sobre maternidad, sobre psicología, pedagogía… 

Yo que sé. De todo.

Te diría que no te quiero aburrir con mi currículum, pero en realidad no te lo detallo por vergüenza.

Porque me parece poco.

Porque aún me trabajo esa sensación constante de que no soy suficiente.

Aún me siento como la chiquilla aquella que ve un mundo demasiado grande por descubrir sobre infancia, crianza y maternidad.

Mi vida no abarca a la infinidad de cosas que quiero y tengo que aprender.

Buff…

Y luego llegó Leo.

Mi hijo. Mi niño.

A confirmar todo lo que yo había investigado. A darme la razón y decirme que sí, que es por ahí. Que todo irá bien.

Que puedo sentirme segura con el camino que he escogido aunque mi madre y mi suegra piensen otra cosa.

 

Pero también a decirme que queda mucho, mi ciela.

Que todo ese trabajo emocional que llevas haciendo 15 años… no es suficiente.

Que ya se encarga él de hacerme un intensivo.

Que nunca será suficiente, tal y como mi mente perfeccionista de mierda quiere.

Que ya soy suficiente, como persona y madre.

Y que valdrá la pena.

Ya lo vale.

Mi niño. Mi pequeño maestro.

Así que aquí estamos, tu y yo, ya que estás aquí.

Aprendiendo.

Por ellos. 

Y por nosotras, que a parte de madres, somos muchas otras cosas.

Mis emails hablan de toda esta mierda que sigo limpiando todavía. 

Están para eso. Para aprender, para profundizar.

Para caminar con ellos, nuestros niños… con la satisfacción que merece nuestro vínculo.

Para formar ese marco de referencia claro y simple que nos devuelva la confianza y la energía.

Para sentir que soy suficiente como persona (y madre).

Para hablar de mis servicios y mis cursos (ea).

Y para ayudarles a traer un futuro más brillante, más real y más honesto al mundo.

Ahí lo tengo todo.

Solo ahí (no está en redes).

Y es para ti, también, si tu lo quieres.

Así que aquí estamos, tú y yo, ya que estás aquí.

Aprendiendo.

Por ellos. 

Y por nosotras, que a parte de madres, somos muchas otras cosas.

Mis emails hablan de toda esta mierda que sigo limpiando todavía. 

Están para eso. Para aprender, para profundizar.

Para caminar con ellos, nuestros niños… con la satisfacción que merece nuestro vínculo.

Para formar ese marco de referencia claro y simple que nos devuelva la confianza y la energía.

Para sentir que soy suficiente como persona (y madre).

Para hablar de mis servicios y mis cursos (ea).

Y para ayudarles a traer un futuro más brillante, más real y más honesto al mundo.

Ahí lo tengo todo.

Solo ahí (no está en redes).

 

Un abrazo bien gordo.

Rocío

PD: Nota no feminista para padres

No soy especialmente fan del lenguaje inclusivo, pero la gran mayoría de personas de mi lista son mujeres, así que en mis emails escribo en femenino y utilizo la palabra madre.

Yo que sé… porque me bloquea estar pendiente de ambos sexos en tooooodo lo que escribo.

Si eres padre, te da igual todo esto y no te molesta. Pasa y píllate café.

Si quieres, claro.

 

Más abrazos